Por: Pamela Goicovich. Presidenta de la Cámara Internacional del Litio y Energías (CIL Lithium) y CEO de Goico Group.
Decir que el norte del mundo está en el sur puede sonar absurdo, incluso revolucionario para quienes miran la geopolítica y la economía desde los mapas tradicionales. Sin embargo, la realidad es que en Chile, Bolivia y Argentina se concentra hoy la materia prima que mueve la transición energética global: el litio.
Mientras los supuestos centros de poder buscan recursos en todos los rincones del planeta, el verdadero motor del futuro tecnológico, energético y estratégico late en el sur. La pregunta incómoda es: ¿estamos preparados para reconocer que somos el triángulo perfecto y trabajar por ello?
El triángulo del litio: Chile, Bolivia y Argentina no es solo un espacio geográfico, sino el triángulo perfecto donde convergen recursos naturales, conocimiento, innovación y talento humano. Concentramos la mayor parte de las reservas mundiales de litio, y en Chile contamos con experiencia minera consolidada y condiciones geográficas únicas para desarrollar procesos sostenibles y tecnologías de vanguardia.
Durante mucho tiempo, el progreso se pensó mirando hacia el norte. Sin embargo, hoy sabemos que el futuro energético y tecnológico del planeta se juega en el sur del mundo. Y dentro de este sur, la región de Antofagasta se erige como un laboratorio vivo, donde minería, energías limpias, comunidades y ciencia se encuentran para dar forma a un modelo único.
Aquí conviven con fuerza transformadora el cobre, el litio, el sol y los cielos más prístinos del planeta Tierra. La región de Antofagasta concentra más del 55% de la producción de cobre de Chile y cerca del 30% de las reservas mundiales de litio, minerales críticos para la transición energética.
A ello se suma un potencial solar incomparable: 2.800 horas de radiación al año, y un cielo privilegiado que alberga proyectos astronómicos de escala planetaria como ALMA y el Extremely Large Telescope (ELT). Ningún otro lugar del mundo reúne con tal intensidad minería, energías limpias y ciencia astronómica avanzada.
Pero la minería del futuro no puede medirse solo en toneladas extraídas. Es también respeto por la memoria ancestral y por el agua, un diálogo real con los pueblos Atacameños, Lickanantay y Quechuas que habitan la singular región de Antofagasta.
Gracias a marcos de gobernanza más exigentes, sobre el 40% de los proyectos mineros y energéticos recientes en Antofagasta han debido adaptarse tras escuchar a las comunidades. Ese diálogo es la base de una minería con visión de futuro, legitimidad social y proyección sostenible.
Desde aquí, además se conecta un horizonte geopolítico mayor: el triángulo del litio, que concentra más del 65% de las reservas mundiales de este recurso estratégico.
El mundo necesita litio y cobre, pero Sudamérica necesita mucho más: convertirse en potencia exportadora de valor agregado, innovación y sostenibilidad. Chile, con su experiencia y marcos regulatorios avanzados, está llamado a liderar este proceso, aportando estándares, tecnología y gobernanza.
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