Por: Álex Cabrera. CEO de Prevsis
La minería chilena experimenta una revolución silenciosa que está redefiniendo por completo la industria. Los tradicionales mineros con pico y pala están siendo reemplazados por robots cuadrúpedos que inspeccionan correas transportadoras y drones que mapean galerías en tres dimensiones, operados remotamente desde centros de control ubicados a cientos de kilómetros de las faenas.
Esta transformación, conocida como “Minería 4.0”, surge como respuesta a desafíos críticos del sector: leyes de mineral cada vez más bajas, costos operativos crecientes y dificultades para acceder a nuevos yacimientos en entornos adversos. La automatización y digitalización han pasado de ser una opción a convertirse en una necesidad primaria para mantener la competitividad.
El país no solo está adoptando estas tecnologías, sino también desarrolla un ecosistema propio de empresas proveedoras de soluciones tecnológicas. Compañías chilenas como Prevsis están creando plataformas de inteligencia artificial para gestión de seguridad ocupacional, mientras que otras desarrollan sistemas de inspección con drones que pueden ahorrar hasta 150.000 dólares por cada hora de detención evitada en las operaciones.
Grandes faenas nacionales como Gabriela Mistral, El Teniente, Centinela y Chuquicamata ya implementan altos niveles de robotización y automatización, eliminando la exposición a riesgos críticos y mejorando significativamente la seguridad de los trabajadores. Estos avances también responden a las crecientes demandas de sostenibilidad con criterios ESG cada vez más estrictos.
Aunque existe preocupación por el desplazamiento laboral, los expertos señalan que se trata más de una transformación que de una eliminación de empleos. La tecnología está creando nuevos perfiles profesionales altamente cualificados: técnicos en robótica, operadores remotos, científicos de datos y especialistas en ciberseguridad. La clave está en la capacitación y reconversión de la fuerza laboral actual.
Para Chile, esta revolución tecnológica representa una oportunidad única de mantener su liderazgo mundial en minería, mientras desarrolla capacidades para exportar no solo minerales, sino también conocimiento y soluciones tecnológicas que definirán el futuro de la industria a nivel global.
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