Por: Ignacio Mackenna. Gerente general de AbastibleTec
Es motivo de celebración que, actualmente, Chile cuente con 75 proyectos de hidrógeno verde en etapa de desarrollo. Esto refleja el gran interés que tenemos como país en posicionarnos como un actor relevante de esta tecnología a nivel global.
Sin embargo, para que este impulso no se diluya, es fundamental evitar caer en el error de enamorarnos del hidrógeno verde sin una mirada económica realista. En ese sentido, la evidencia internacional indica que su producción aún no es viable económicamente, incluso en zonas con abundante recurso solar y eólico como el norte y el sur de Chile.
Dado lo anterior, más que pensar en el hidrógeno verde como un producto de exportación directa, debemos concebirlo como un insumo estratégico para fabricar otros productos con demanda comprobada.
Por ejemplo, el metanol verde, para la fabricación de combustibles y productos químicos de valor agregado, o el amoníaco verde, clave en la producción de fertilizantes sostenibles. En ambos casos, Chile podría competir internacionalmente y generar valor, aprovechando sus ventajas comparativas en energías renovables.
En ese sentido, para que Chile aproveche realmente la producción de hidrógeno verde como fuente de crecimiento económico, debemos pasar de la retórica al enfoque estratégico y racional, consolidándonos como un país líder en la transición energética global.
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